Cuando todo parece perfecto
|

Cuando todo parece perfecto, pero algo dentro de ti no encaja

Hace mucho, mucho tiempo, yo pensaba que tenía una relación perfecta.

Estaba enamorada, compartía mi vida con un hombre maravilloso, tenía un trabajo estupendo, estudiaba una carrera que me fascinaba y, en teoría, estaba viviendo la clase de vida que siempre había deseado.

En mi vida sexual me sentía satisfecha, complacida, conectada. ¿Qué podía ir mal? La respuesta, aparentemente, era: nada.

Pero si soy honesta, muy en el fondo, había una voz (una pequeñita, casi susurrante) que me decía que algo no encajaba del todo.

Como cuando ves una foto preciosa y notas que hay un detalle fuera de lugar. No lo puedes señalar con claridad, pero sabes que está ahí.

Porque, aunque todo parezca perfecto, no siempre lo es para todos. ¿No te parece?


El inicio del verdadero viaje: sanar la relación con mi cuerpo

Con el tiempo, entendí que esa incomodidad no venía de fuera, sino de dentro de mí. No tenía que ver con mi pareja, ni con mi carrera, ni siquiera con mis prácticas sexuales.

Tenía que ver con mi cuerpo. Con mi menstruación. Con la forma en que me relacionaba conmigo misma.

Esa voz interna me estaba diciendo: “Oye, ¿cuándo vas a mirar lo que realmente sientes hacia tu cuerpo? ¿Cuándo vas a dejar de ignorar que hay cosas que no te gustan de él y empezar a sanar esa relación?”

Fue así como comenzó uno de los viajes más intensos, apasionantes e impresionantes que he vivido hasta ahora.


He viajado por el mundo… pero el viaje más transformador fue hacia adentro

He estado en lugares preciosos alrededor del mundo.

He subido montañas, me he tumbado en playas paradisíacas, he recorrido ciudades llenas de historia y también zonas empobrecidas que me han confrontado con otras realidades.

Y sí, todo eso ha sido valioso. Pero lo que de verdad me transformó fue mirarme por dentro.

Reconocer que, aunque sexualmente me sentía activa y complacida, había un nivel más profundo de conexión que aún no había explorado.

Uno que implicaba ternura, aceptación, reconocimiento… conmigo.

Y cuanto más me conocía, cuanto más me permitía sentir sin juicio, más podía empezar realmente a vivir. A disfrutarme. A disfrutar a los otros sin depender de ellos.


¿Y qué tiene que ver esto con tus relaciones y tu sexualidad?

Puede que te estés preguntando: “Vale, Diana, ¿pero cómo puede ayudarme tu historia a cambiar mi juicio interno o a desbloquearme sexualmente?”

La respuesta más sencilla (y quizá la más incómoda) es esta: no puede, si tú no te das permiso.

Podemos inspirarnos con historias, sí. Pero solo las historias que aceptamos como válidas para nosotras tienen el poder de tocarnos, remover algo y movernos hacia el cambio.

Así que si algo de lo que te cuento hoy resuena contigo, si hay una vocecita dentro de ti que también te dice que algo no encaja… entonces bienvenida.

Porque estás a punto de empezar tu propio viaje.


La aceptación: ese concepto malentendido

Hoy en día se habla mucho de aceptación. De empoderamiento femenino y autoconocimiento.

Está por todos lados: en redes sociales, en libros, e incluso en las terapias.

Hay quien lo interpreta como una especie de resignación pasiva:Es lo que hay, me quedo así.

Y hay quien lo usa para justificar decisiones radicales sin evaluar del todo las consecuencias: “Yo soy así y punto.”

Pero la verdadera aceptación es algo mucho más profundo y transformador.

¿Qué significa aceptar realmente?

  • Mirar de frente lo que hay, sin disfrazarlo ni negarlo y mucho menos juzgarlo.
  • Reconocer nuestro papel en las experiencias vividas, sin culparnos ni victimizarnos a nosotras mismas, ni a nadie.
  • Tener compasión, tanto por quienes fuimos como por quienes somos en este momento.
  • Decidir si queremos cambiar, y hacerlo desde un lugar de amor, no de rechazo.

Aceptar no es hacer alarde, ni ir por ahí justificándolo todo.

Es observarnos con honestidad, como quien se mira en el espejo después de años evitando su reflejo.


Aceptarte también puede doler (y eso está bien)

Cuando empezamos un proceso de transformación interna, a menudo nos sentimos solas. Porque nos damos cuenta de que muchas de las certezas que teníamos ya no sirven. Que algunas personas no entienden nuestro cambio. Que otras, directamente, se alejan. Y eso duele.

Pero ¿Sabes qué? También es parte del proceso.

Como cuando limpias una herida para que cicatrice mejor: arde, pero es necesario.

Aceptar nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestras heridas más profundas… no es un acto puntual. Es un compromiso constante con nosotras mismas.


¿Y si empezaras hoy?

Tal vez estás en una relación donde “todo parece perfecto”. O estás sola, trabajando en ti, pero aún con esa sensación de que falta algo. De que no todo está bien del todo.

Sea cual sea tu caso, pregúntate:

  • ¿Te sientes realmente cómoda en tu piel?
  • ¿Hay partes de tu cuerpo o de tu historia que sigues rechazando?
  • ¿Qué cambiaría en tu vida si empezaras a aceptarte un poquito más cada día?

Hoy, años después de haber iniciado ese viaje, sigo aprendiendo. Sigo descubriendo capas que no sabía que existían en migo.

Sigo perdonándome por momentos de desconexión, que se siguen presentando, y celebrando cada nuevo paso hacia la aceptación y el cambio.

Porque no se trata de llegar a algún lugar perfecto que está fuera en algún lugar del mundo, sino de aprender a estar bien donde estamos con nosotras mismas.

Y tú, ¿te has sentido alguna vez así? ¿Has vivido esa contradicción entre tenerlo “todo bien” por fuera pero sentirte desconectada por dentro?

Cuéntamelo en los comentarios. Me encantará leerte.

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.