Me reconcilie con mi cuerpo
|

Me reconcilié con mi cuerpo

Este es un pequeño escrito sobre un momento importante que sin saberlo iba a marcar un cambio significativo en mi vida y en mi relación con el placer y el amor propio.

Durante años, me miré al espejo con exigencia e incluso inconformidad. Me señalé defectos, me comparé con otros cuerpos y me juzgué duramente.

Aprendí desde muy joven que mi cuerpo tenía que verse de cierta manera para ser aceptado por los demás, sobre todo mujeres, deseado por hombres e incluso aprobado por ambos, pero sobre todo envidado por ser mejor.

Y durante mucho tiempo, siento que esto hico que inconscientemente me alejara de él intentando controlarlo, moldearlo e ignorando lo que realmente necesitaba en cada etapa de mi vida.

Sin embargo, un día, tras vivir una experiencia algo traumática con una faja en Bogotá me cansé de esa guerra silenciosa. Y empecé a hacer algo que nunca había intentado antes: escucharlo.

Y no te diré que fue algo que ocurrió al instante, para nada ha sido un largo camino desde esa Diana del 2004 a la Diana de este 2025.

Por que al principio fue extraño y totalmente incómodo. No sabía cómo conectar con él sin juzgarlo. Amarlo sin exigirle y dejar de mirar a otras y tener envidia de lo que yo no lograba conseguir.

Poco a poco, y gracias a mucho trabajo interno, espacios de quietud, y la ayuda constante de la respiración consciente, el tacto y el movimiento suave, empecé a reconocer que mi cuerpo no estaba roto. Estaba esperando que lo tratara con amor.

Y fue en ese momento donde empecé a reconciliarme con mi cuerpo, cuando dejé de verlo solo como una imagen y empecé a habitarlo como mi casa.

Cuando comprendí que no tenía que gustarle a nadie, solo sentirme segura en él y lo demás llegaría de manera más sencilla.

Cuando dejé de preguntarme si era «normal» y empecé a preguntarme si era real. Si estaba bien y si estaba a gusto con cómo eran en este momento presente.

Hoy no tengo un cuerpo perfecto. Pero tengo un cuerpo libre.

Un cuerpo que me sostiene, que me comunica, que me recuerda que estoy viva.

A veces se cansa, aunque no haga nada. A veces cambia, sobre todo cuando me fijo bien en él. Otras veces me duele y mucho… pero también me abraza, me da placer, me lleva a lugares hermosos y me permite sanarme a través de él.

Reconciliarme con mi cuerpo también fue reconciliarme con mi historia de vida, con mi deseo más íntimo y privado, con mis límites. Fue dejar de ver al cuerpo como un obstáculo y empezar a verlo como un aliado, al que debía cuidar si realmente quería que durara mucho más tiempo.

Si tú también estás en ese camino, quiero decirte esto: No es un proceso rápido. Ni lineal. Pero es posible. Y vale la pena.

Quizás ahora no te sientas a gusto con él, porque está teniendo muchos cambios. Quizás no sientas que es importante en este momento. Pero no te preocupes, llegará el día en que sientas que es necesario dedicarle tiempo, cuidarlo y dejar de estar metiéndole porquería, no haciendo actividad física y solo limitándote a respirar y ya.

Mi invitación hoy es a amarte cuando puedas y respetarte siempre.

Tu cuerpo no necesita que lo critiques. Necesita que lo mires con amor.

¿Tú te has reconciliado con tu cuerpo? ¿Cuándo piensas hacerlo?

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.