Mi relación con el deseo ha cambiado… y eso está bien
Durante muchos años me relacioné con el deseo desde un lugar en el que me decían que debía sentir de cierta forma, con cierta frecuencia y en unos momentos muy «concretos». Como si el deseo tuviera un manual. Que desde luego, yo nunca supe cómo leer.
Y una cosa que me he ido dando cuenta es que la vida, el cuerpo y los procesos cíclicos que vivimos las mujeres, nos van enseñado que el deseo es mucho más que eso que te dicen, escuchas o hasta ahora has creído.
Porque resulta que el deseo cambia, se transforma, desaparece y vuelve a lo largo de la vida. Y todo eso está bien.
Por eso, hoy quiero hablarte de algo que pocas veces se nombra en voz alta: los cambios en el deseo durante la perimenopausia.
Esta es una etapa transicional, muchas veces invisibilizada y que seguramente hasta ahora escuchas. Es una etapa que vas o quizás ya estas pasando. Por lo cual, creo que es el momento de aprender un poco de ella, porque tiene mucho que decirnos de nosotras mismas.
La perimenopausia es una etapa que viven las mujeres y que puede comenzar en torno a los 35-40 años y extenderse hasta la llegada de la menopausia. Esto no es solo un asunto biológico. Es también un proceso emocional, mental y sexual.
Y una de las cosas que más puede cambiar durante esta etapa es la forma en la que experimentamos el deseo, no solo en frecuencia, sino también en intensidad y formas.
Los cambios hormonales como por ejemplo la disminución de estrógenos y testosterona, que vamos empezando a experimentar a esta edad, pueden generar fluctuaciones en la libido. Pero no es solo una cuestión química. Es una danza compleja entre cuerpo, mente, emociones, historia personal, el contexto de nuestras experiencias de vida e incluso el estilo de vida.
En mi caso, noté que el deseo ya no llegaba de la misma manera. Ya no aparecía como una urgencia o un impulso espontáneo que pasaba todo el tiempo, sino que se ha convertido en algo mucho más pausado que necesita más tiempo, pausa y sobre todo presencia.
Al principio, eso me desconcertó un poco. Me pregunté si algo andaba mal conmigo. Si había perdido algo en el camino, porque soy joven y pensé que estos primeros síntomas los iba a tener después de los 50, no en los 40. Sin embargo, entendí que no se trata de perder, sino de transformar.
Porque el deseo no desaparece: se expresa de manera diferente. Y muchas veces, de forma más profunda y consciente, porque somos más conscientes de nuestro cuerpo y sus necesidades ¿Quizás?
Síntomas que se experimentan en la perimenopausia
Te voy a compartir lo que muchas mujeres experimentamos durante la perimenopausia, para que lo tengas en cuenta y no te asustes, como me pasó a mi al principio:
- Cambios en la lubricación vaginal, no pérdida total, pero si un cambio significativo.
- Mayor sensibilidad o dolor durante el sexo, en ciertos momentos del ciclo menstrual, sobre todo.
- Necesidad de mayor estimulación emocional para encender el deseo. Algunas personas lo experimentan incluso mucho antes de esta etapa. Quizás sea tu caso 😉
- Cuestionamientos sobre nuestro cuerpo y autoimagen, claro que sí, porque empezamos a notar más los cambios que antes no eran tan evidentes y no hablo solo de la aparición de canas o arrugas 🙂
- Fluctuaciones del ánimo que impactan el vínculo con la sexualidad. Eso quiere decir que pasamos de la alegría a la tristeza, de la rabia a la alegría y esas emociones que a veces cuesta exteriorizar, pero que ahora será un cóctel incontrolable, a veces.
Pero a cambio de todo esto, que también puede ser mucho más, podemos descubrir nuevas formas de placer como:
- Explorar sin prisas, tomarnos todo con más calma y pausa.
- Conectar desde el cuerpo presente, no idealizado.
- Habitar la sexualidad como un acto de autocuidado y disfrute continuo.
- Nombrar lo que queremos y necesitamos con mayor claridad, nos dejamos de cuentos y vamos a lo que realmente nos gusta y nos da placer.
Aceptar que el deseo cambia no significa resignarse, sino abrirse a la posibilidad de redescubrirse desde otro punto y con muchas mejores herramientas que antes.
Y es que, en mi caso, tal vez ya no deseo como antes, pero eso no me hace menos sexual. Me hace más consciente de mi ritmo, mis necesidades y mis límites. Y te aseguro que la intimidad ahora es mucho mejor que antes. Si antes ya era buena, pues ahora es mucho mejor.
Es importante que hablemos de esto, porque muchas mujeres atraviesan estos cambios en silencio no tienen con quien hablar, creen que algo anda mal en ellas, piensan incluso que están rotas, que ya no son deseables. Que la vida se empieza a acabar.
Pero no estamos rotas: estamos en transición. Y esa transición también puede ser hermosa. Depende de nosotras, de nuestra energía e información.
Hoy, mi relación con el deseo es más suave, más lenta, más honesta incluso, conmigo y con mi pareja. Y no es que la rapidez se haya acabado, para nada, solo que ahora no gobierna mi vida y eso es un gran cambio también.
Te cuento que he aprendido a erotizar la calma, a escuchar mis tiempos, a decir no sin culpa y a decir sí con todo el cuerpo presente y con muchísimas más ganas, también.
He aprendido que el deseo no siempre empieza en el cuerpo: a veces empieza con una buena charla, tras una larga caminata, incluso después de hacer ejercicio o con un gesto suave o a veces brusco, en un espacio seguro.
Y sí, a veces el deseo no aparece y no pasa nada, también eso está bien. No me define. No me falta. Me habita de otra manera.
Este artículo y esta experiencia, no es una receta, ni una guía médica para seguir. Es un testimonio. Una puerta abierta para que otras mujeres también se animen a hablar de lo que cambia en su cuerpo y de lo que sigue siendo valioso en nosotras al atravesar esta maravillosa etapa.
Quiero que sepas que no estás sola. Que tu deseo, aunque cambie, sigue siendo tuyo. Que puedes nombrarlo, habitarlo y redescubrirlo.
¿Te pasa también?
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